En un mundo donde la incertidumbre es constante, la agilidad se ha convertido en una competencia clave para las organizaciones. La planificación, el liderazgo y la cultura empresarial son esenciales para adoptar esta filosofía. La metodología ágil, nacida con el Manifiesto Ágil en 2001, permite a las empresas adaptarse a entornos volátiles, inciertos, complejos y ambiguos (VUCA).

Implementar la agilidad significa invertir en flexibilidad, velocidad y eficacia, viendo el cambio como una oportunidad y el fracaso como parte del aprendizaje. Según el informe de Morgan Philips Talent Consulting, el 86% de las empresas ya consideran la agilidad un pilar fundamental para el éxito.

Sin embargo, el cambio hacia una organización ágil es complejo y multidimensional, lo que puede dificultar su implementación. Es crucial que las empresas comprendan cómo empezar este proceso para aprovechar al máximo sus beneficios.